sábado, 12 de septiembre de 2009

Zombies 3 compradores convulsivos



¡TERROR EN EL CENTRO COMERCIAL!

Zombies!!! 3: COMPRADORES CONVULSIVOS añade una nueva y emocionante dimensión al ir de compras. Cruza la puerta principal, encuentra lo que necesites, ¡e intenta escapar con vida! Recuerda: ¡Estas son las rebajas de tu no-vida!

Esta expansión para Zombies!!! el juego de tablero contiene:

16 nuevas fichas de mapa.
32 nuevas cartas de evento.
Emocionantes reglas adicionales.
Dos nuevos escenarios.

-Tío, el helicóptero, ¿dónde está? -preguntó Rick, elevando la voz para competir con el quejido que
subía por la escalera detrás de ellos.
Chris observó el tejado del centro comercial y su Helipuerto vacío por tercera vez en pocos segundos.
-No lo sé -dijo. -Imagino que otros llegaron primero.
-Cojonudo –murmuró Rick. -De puta madre.
-Vámonos -le dijo Chris. -Volveremos a la casa, ya se nos ocurrirá algo.
-No podemos, tío -replicó Rick. -Esto es un centro comercial. Es peor que en Navidades ahí abajo
-dijo. -No conseguiremos llegar al aparcamiento. Yo digo que nos quedemos aquí, atranquemos la puerta y
esperemos al helicóptero de rescate.
-¿Y quién te dice que habrá uno? -preguntó Chris. -Vamos.
Rick negó con la cabeza. -No. Yo me quedo aquí. Pero si te vas, es mejor que te muevas rápido -le
dijo, señalando a las escaleras.
Chris se dio la vuelta para ver cómo el primero de los muertos vivientes había llegado al
descansillo y estaba empezando a subir el tramo final de escalones, dirigiéndose hacia ellos con la furiosa
determinación de un niño de dos años. Se volvió hacia Rick. -Tengo que irme, hermano –le dijo, mientras
avanzaba hacia la escalera. -Ten cuidado.
Rick asintió. -Tu también. -Y cerró la puerta.
Ahora estaba solo. Chris apuntó la escopeta a la cabeza del zombie y apretó el gatillo. La escopeta
rugió y la parte superior del torso del cadáver explotó en una ducha de carne reseca y trozos de hueso.
Éste era viejo, pensó Chris. Había observado que los que llevaban mucho tiempo muertos prácticamente
explotaban con un impacto. Los más jóvenes, siendo más frescos, tendían a salpicar.
Chris corrió hacia abajo, saltando los escalones de tres en tres. Se dio la vuelta en el descansillo y
vio que el siguiente tramo estaba vacío. Descendió hasta el descansillo que daba a la puerta del piso de la
Terraza, se volvió, y se quedó inmóvil como un cadáver. A sólo seis pasos por debajo de él, una verdadera
horda de muertos vivientes estaba subiendo. Parecía que él y Rick habían llamado bastante la atención
en su carrera inicial hacia el Helipuerto.
Se volvió y entró en el piso de la Terraza del centro comercial, disparando con su escopeta a un
zombie que estaba justo detrás de la puerta. Muy fresco, probablemente no hace más de una hora que
murió, pensó. Hizo una pausa para reconsiderar sus opciones. Sólo un piso más. Las escaleras mecánicas
estaban más cerca, pero daban a la zona de restaurantes. Demasiado Twilight Zone para mí, pensó. La otra
opción eran las escaleras de la tienda de moda, que aunque estaban mucho más lejos parecían ser más
seguras. Comenzó a dirigirse hacia las escaleras, pero después de tener que disparar contra dos zombies
en menos de 5 metros se dio cuenta de que ir en esa dirección no había sido una buena idea.
Miró rápidamente a su alrededor; necesitaba otra opción. Entonces la vio. Justo a dos escaparates de
distancia, la puerta de seguridad de la sala de recreativas estaba levantada unos pocos centímetros del
suelo. Aún mejor, las llaves estaban todavía en la cerradura.
Corrió hacia la persiana metálica, la levantó, revelando un biombo plegable, se agachó y cerró con
llave, todo en menos de treinta segundos. Ahh, el poder de la adrenalina. Cerró el biombo, quedándose solo
y, al menos de momento, en casi total oscuridad.
Chris sabía que no podía quedarse mucho tiempo allí. Encontró las luces de la tienda y las encendió
al tiempo que los muertos vivientes empezaban a aporrear la puerta. Su mejor opción era deslizarse sin
que lo vieran por la puerta trasera. Se dirigió rápidamente a la parte trasera del local y encontró dos
puertas. La primera daba a una pequeña oficina. Nada bueno. Abrió la segunda puerta. Un cuarto de baño.
Sin papel higiénico. Sin puerta trasera.
Se dio cuenta de que estaba atrapado. La partida había terminado, y no le quedaban monedas para
continuarla.
Chris pensó en sus opciones durante un largo minuto: Tratar de abrirse paso, o esperar a que ellos se
abrieran paso. Finalmente se dio cuenta de que, en realidad, no había demasiado que decidir.

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